La Hégira

¡Por las barbas del profeta! Quién lo diría, hoy día es el inicio de un nuevo año según el calendario musulmán. Muhammad Mahoma y el primer grupo de musulmanes se trasladarían desde La Meca hasta Yatrib (actual Medina). No podía faltar una ficción para este día. Así que les dejo con la misma.

El Mediador

No pude tolerarlo más. Estas disputas,  entre los Aws y Khazraj terminarán destruyéndonos. Es por eso que he decidido viajar a La Meca. He oído muchas cosas buenas acerca de él. He escuchado acerca de su habilidad para mediar toda clase de asuntos.  He preparado una pequeña caravana, con 10 hombres, varios camellos y algunos regalos. También he escuchado sobre lo que habla y predica. El profeta.  No debe tenerla fácil.

Muhammad Mahoma

Gracias  a algunos informes que me llegaron recientemente, él no se encuentra en una situación favorable. Es muy difícil que rechace mi proposición. Y pese a todo, tengo mis dudas. Bueno, aún falta para llegar allá. Me preocuparé después.


He llegado a La Meca. Tengo un poco de experiencia como comerciante, y es por eso que conozco esta ciudad, no me es ajena.  En el viaje no hubo ninguna clase de problemas, ni salteadores.  Pero no estoy libre de los peligros. La situación no es muy favorable para Muhammad ¿Estarán al tanto de mis acciones?

Me he instalado en la casa de un viejo amigo. Es un hogar cómodo para mí y mis acompañantes. Mientras bebíamos agua, mi amigo y anfitrión me contó algunas cosas. Yo ya estaba enterado de la muerte del tío del “profeta” y de su querida esposa.  Era de esperarse que los ataques hacia Muhammad y sus seguidores cobraran fuerza. Pero hace dos días, un nuevo atentado contra su vida ocurrió. Y en esta ocasión su vida se vio ampliamente comprometida.

 - ¡Esto no puede seguir así! ¡Necesito hablar con él ahora! – sin darme cuenta, ya estaba de pie.
- Espera, ¿Estás seguro?  - Mi amigo se acercó y me golpeó levemente en el hombro -  Si ellos te ven…
- No te preocupes – le respondí -. Ellos quieren deshacerse de Muhammad. Yo lo necesito. Si me lo llevo a él y sus seguidores, no habrá más problemas.
- ¿Llevártelos? ¿A dónde?
- A donde más, a mi hogar. A Yatrib.
- Entonces… ¿Tú estás aquí por eso?
-  Ah, cierto – sonreí -. Disculpa por no haberte contado mis intenciones. Sé que yo soy bien recibido y no cuestionas absolutamente nada sobre mí. Disculpa por haberme aprovechado de tu hospitalidad.
- No, no hay problema. Tú me has recibido en tu hogar de la misma manera. Es lo mejor que puedo hacer por ti.

Luego de la conversación con mi amigo, llevé a todos mis hombres al lugar donde se encontraba escondido el famoso profeta. Las personas con las cuales nos cruzamos en el camino, nos miraban fieramente. En especial por que tanto yo como mis acompañantes nos encontrábamos armados.  Casi  a unos metros de una puerta, dos hombres muy altos, detuvieron nuestro avance. Uno de mis compañeros casi desenvaina su espada, pero lo detuve a tiempo. Hice una reverencia e indiqué el motivo de mi llegada. Me quité todas las armas.

Mis acompañantes se quedaron afuera. Estaba completamente solo. Era evidente que temieran, dado los acontecimientos. Sorpresivamente, Muhammad me estaba esperando. En habitación habían dos sillas, una frente a la otra y una cama atrás. El señaló el asiento vacío, indicando que me sentara. Luego de saludarlo e indicar mi nombre y procedencia, fui directo y le dije mis intenciones.

La Hégira 
-Oh, Abu l-Qasim Muhammad ibn ‘AbdAllāh al-Hashimi al-Qurashi, he escuchado de sus grandes proezas. He escuchado de lo que enseña. Y también he escuchado  sobre sus habilidades como mediador. Mi ciudad está pasando por dificultades.  Y también estoy al tanto de las suyas.
- No es necesario de que se preocupe. Allah no dejará sin castigo a quienes intenten asesinar a su profeta. Es Él quien me guiará y protegerá.
- Pero, con todo respeto a usted y su dios, ¡Usted está en peligro! ¡Casi lo matan! – bramé, inconcientemente. No me había percatado de aquel desliz tan terrible. Es probable que él…
- No te preocupes – el profeta sonrió amablemente. No le había perturbado mi exaltación. Menos mal.
-  Mi señor, le suplico que considere esta oferta que le estoy brindando. Quizás en mi ciudad, sus enseñanzas sean más fructíferas y…
Muhammad frunció el ceño. En ese momento pensé que era mal síntoma, pero ya luego me daría cuenta que en realidad lo estaba pensando. Me despedí y me retiré.

Han pasado varios meses. Muhammad me confirmó recientemente que aceptaba mi invitación. He enviado mensajeros para que alisten las cosas allá. No son pocos los que acompañarán al profeta en este viaje. Menos mal que no hubo ningún problema al respecto.  Calculo que en un par de días más y estaremos partiendo hacia Yatrib.

Hemos partido. Presiento que este día no es una fecha cualquiera. Presiento que es el inicio de una nueva era. ¿Cambiará para bien mi ciudad? ¿Qué destino le espera al profeta en Yatrib? No lo sé, aunque imagino que habrá un gran cambio.

0 comentarios:

Publicar un comentario