Cartas Azules 2

Sin entrada pensada, ni moscas a mi alrededor.
Ya se me ocurrirá algo.


Cartas Azules: Desde algún desierto oriental
(Sin distancia que recorrer.)
«¿Crees que te llevarás bien con mis hermanos?» «No lo sé, pero hay que hacer el intento, ¿no? Además, a hierba mala no le pasa nada malo.» «Así no va el dicho, tonto.» «Y yo no creo que ellos me quieran matar… ¿o sí?», reímos. «¿En serio quieres estar conmigo?», preguntaste. «¿En serio me quieres?» Dijiste que sí mientras asentías con la cabeza, eso parecía confirmar la sinceridad de tus palabras. «Entonces no digamos más… Yo te quiero, Alison.», no dejé de verla a los ojos, esos negros ojos. Fue entonces que nos acercamos, y al instante nuestros labios se encontraron en un beso interminable, tanto que cuando dejé que nos diéramos un respiro no quise que se desperdicie el momento y volví a hablarle a tus labios. Al diablo con el oxígeno, tú eras todo lo que necesitaba, Alison.
Hola, te saludo. No pregunto por tu estado actual, pues lo más probable es que no me respondas, digo lo más probable porque de algún modo quiero mantener la esperanza, pese a que, muy dentro de mí, sé que es en vano hacerlo.
Por las primeras líneas de este escrito te darás cuenta de que extraño mi vida anterior, los momentos que pase al lado de Alison: buenos tiempos. Simplemente diré que la pase bien para no entrar a detalles, detalles que recuerdo muy bien, detalles de historias que me gustaría revivir. Siento algo de impotencia y decepción.
Cambiando de tema, y regresando a donde la historia debe continuar, déjame decirte que me costó mucho entender ello, que estoy lejos y sin distancia que recorrer. Día tras día miraba el cielo con la esperanza de ver cosas que no veía en tierra, antes. Mi único punto de referencia, la persona con la que compartía el mismo idioma (Gabriel) era de ayuda para no perder los recuerdos de mi personalidad. A las demás personas no las entendía, es más, ni trataba de hacerlo; mis vestimentas eran distintas, mi apariencia lo era, mi cultura también, además no quería llegar a familiarizarme a ello, asumir una cultura impropia, como lo hizo Gabriel. Pasé alrededor de un mes pensando en lo posible de todo esto. Recordé las películas, al menos los pocos trailers que vi, en las que un tipo viajaba al futuro con una máquina, otro que usaba un auto para ir al pasado y futuro, una en la que eran enviados al pasado por extraterrestres o por algún “flujo”, o como se le llame a esas cosas. Ahora pienso que no todas eran películas… Eso ya no importa, no hay manera de verificarlo. Me causa cierto alivio, supongo que tanto como a Gabriel, que yo no sea el único al que le ha sucedido esto – digo, sería horrible no tener con quien compartir esto –. Debes pensar que estoy siendo muy egoísta, no te culpo por eso.
Gabriel dijo que llegó a una gran ciudad, que la abandonó rápidamente y que había dejado sus pertenencias ahí, cosas que le gustaría tener ahora. A mí me hubiese gustado despedirme de Alison, al menos eso de no solucionar nuestros problemas; pensándolo de otra manera… me hubiese gustado traer algunos discos y algo con qué reproducirlos, porque si no sería absurdo tenerlos, ¿no creen? Aunque pensándolo bien no deja de ser absurdo traer un reproductor sin tener donde conectarlo. Alison tiene razón, en ocasiones soy un tonto. Fui su “tonto”. Sonrío.
Me dijo Gabriel que aprendió el idioma de este lugar escuchando a las personas de la casa contigua (por no decir los vecinos de este improvisado vecindario), eso es fácil porque en esta especie de pueblo sobre el desierto las casas están “asinadas” (palabra que aprendí de Gabriel y que no sé como escribir) y es imposible no enterarse de todo – claro que primero debo aprender el idioma –. Dijo que le recordaba a Frankenstein toda esa escena. Lo primero que se me vino a la mente fue la imagen de Gabriel siendo perseguido con antorchas, azadones, horcas, guadañas por todos los pobladores (imaginé que eran campesinos). Pensándolo bien ahora puedo ser yo el Frankenstein de Gabriel, ya que de alguna manera él me dio algo de vida. (¡Está vivo!)
Con el tiempo aprendí el idioma, no por mucho interés propio, sino por inercia. Creo que caigo en la costumbre sin quererlo. Aprendí a pedir agua, a preguntar por el clima, a preguntar por el baño y muchas otras frases y sustantivos útiles. Nunca aprendí a escribir en este idioma, la escritura no es algo que se practique por aquí, además ¿a quién le escribiría? (por cierto, no querrás saber sobre qué estoy escribiendo).
La gente, aquí como en muchos lugares, trabaja – no sé por qué me gusta decir obviedades –, Gabriel sale de tardes a generar cierto tipo de ganancias, yo soy tan útil como niño de preescolar (quizá menos). Hay que aprender el idioma, ¿no crees?
Y así, entre proezas y destrezas me he mantenido.
Una de esas mañanas, temprano – así considero a las 9 de la mañana, no tengo despertador que me ayude con esto –, encontré una “carta” (nuevamente no quiero decirte sobre qué la escribió) en la que decía que volvería dentro de unas semanas, como 4 meses.
“Cuatro meses de soledad, sin nada en qué pensar, sin cosas que decir, sin nadie que me oiga”, pensé. Y me fui esfumando en la habitación de esa casucha, no tenía nada, y me fui refugiando en los viejos demonios, en los problemas sin resolver, problemas que no tiene caso resolver en teorías ya que en la práctica nunca será usada, pero tengo que ocupar la mente en algo, no quiero enloquecer antes de tiempo.
«Siento que eres algo cortante conmigo.», dijo Alison en cierta ocasión. Ahora me doy cuenta de que tal vez sea verdad pese a que lo haya negado muchas veces. «No, para nada. Cómo podría serlo contigo». No ha sido la única persona que me lo dijo, ahora pienso que tal vez hayan tenido razón, pero me defiendo y diré que no fue mi culpa. Lo que sucede es que de niño me enseñaron a no extrañar, ¿cómo?, mi padre nunca abrazó al suyo, no le dio un beso ni le dijo “Te quiero”. Probablemente por eso me cuesta mucho decir ese tipo de palabras cuando no las siento. Es por eso que se me hace un nudo en la garganta, es por eso que mancho mi boca con palabras forzadas, pero descuida Alison, siempre tendré palabras sinceras para ti, pese a que ahora no las puedas oír. “Te quiero”
«Tal vez esto que diga suene romántico, no pretendo serlo ya que para eso tenemos poetas y demás, pero alguien dijo una vez que mientras exista una mujer hermosa habría poesía, que la acusó de serlo y que por un beso suyo no sabría que dar. En estos momentos esa persona pretende ser yo. Yo de ti», dije tratando de suavizar el momento. Mentiría si dijera que fui yo en ese momento, saqué eso de un artículo. Ahora ya no hay modo de enmendarme, estás lejos y de no regresar a donde debería estar, creo que todo esto habrá terminado.
Luego de pensar en eso, y de seguir pensando y pensando, las luces se apagaron en la habitación. No quise generar fuego que me ilumine. Esa noche solo quise dormir y no despertar. Solo oía el viento a lo lejos, y detrás de ese silencio oí más y más, luego oí tiempo y…
It's over
You don't need to tell me
I hope you're with someone who makes you
feel safe in your sleeping tonight
I won't kill myself, trying to stay in your life
I got no distance left to run…

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