Ariana: Capítulo 5

¿Alguna vez han hecho volar su imaginación? —no entremos en temas de adicción, por favor...—, ¿alguna vez han visto algo que no existe?, ¿alguna vez han negado la existencia de algo obvio solo porque les dijeron que no existe?, ¿alguna vez se han creído algo tonto y han resistido neciamente a cualquier tipo de comprobación solo por miedo a verse ridiculizados? Pues bien, de eso no hablaremos hoy (risa malévola...). Así es, no hablaremos de eso, porque esta entrada está dedicada al Capítulo quinto de Ariana, y porque posiblemente este proyecto les diga algo con respecto a esos temas —ya saben que la imaginación es valiosa... Si no lo saben, están ciegos.
En fin, como cada semana, hoy les presento un nuevo capítulo de esta serie (¿?) llamada Ariana. Disfruten si les está permitido, y... solo eso. Aquí la tienen...

.+.+.+.+.+.+. Ariana. Capítulo quinto.+.+.+.+.+.+.


Sí, estaba en una vitrina cercana. Aunque en realidad era la misma vitrina, solo que al extremo —las vitrinas eran largas, cubrían todas las paredes, como suele pasar en los museos—, y ella ahora dirigía su atención hacia otro lugar. Por eso ahora era “una vitrina cercana”.
La impresión fue enorme. Ariana dio un salto por el susto.
— ¿Qué sucede, hija?
— Ah… —se mostró avergonzada, y más porque cuando regresó la vista el ave ya no estaba—. Ehmmm… no es nada.
Su padre volvió a inquirirla, pero ella volvió a negarse.
— Bueno, entonces continuemos.
Su padre avanzaba más rápido que ella. Ariana tardaba un poco más debido a que se cercioraba de que el dodo no apareciera nuevamente en esa vitrina —porque aún podía verla— o de que, mágicamente, los esqueletos de los dinosaurios o esculturas empezaran a tomar vida en el Museo de Historia Natural. El solo imaginarlo la asustaba, así que no podía evitar mirar un poco más las muestras. Después de todo, nada perdía haciéndolo.
Entonces, cuando estaba por perder de vista la vitrina debido a que el pasillo doblaba hacia la izquierda, lo vio. Lo vio, pero esta vez no se le acercó, solo se sobó los ojos con las manos una y otra vez, pensando en que desaparecería. No funcionaba. Era real, o eso le parecía a ella en ese momento. Cuando se convenció, solo se quedó mirándolo, perdiéndole la atención a su padre, que parecía hablarle sobre algunos caracoles fosilizados —él también estaba emocionado, aunque no había visto al dodo. Ahora le hablaba al aire, claro, porque su hija lo había olvidado por un momento—. Entonces fue testigo del intento desesperado del dodo por salir por un extremo de la vitrina: golpeaba con su enorme pico y gritaba como solían hacer los dodos. La escena la conmovió tanto que, por un instante, deseó que el animal pudiera ser capaz de atravesar aquel vidrio que le obstaculizaba el paso. Luego se retractó, porque tuvo miedo, fue casi inmediato. A pesar de que los dodos no eran tan peligrosos… ella no sabía más que lo que su padre le había dicho.
¡Taaak! ¡Slash! ¡Shurrmmmm! Y el dodo estaba fuera. Había atravesado el vidrio, pero no lo había quebrado… tampoco lo había desplazado… Ariana supo en seguido lo que pasó, porque el ave corrió hasta la vitrina siguiente, golpeó el vidrio con el pico, y estuvo dentro. Supo que era mágico; el dodo atravesaba los vidrios como si de arbustos se tratara… Ahora no tenía complicaciones.
El dodo corrió a través de las vitrinas, pasando en medio de muchas muestras históricas, algunas veces evitando hábilmente —y era algo que podríamos loarle, dada su contextura—, otras chocando torpemente y tumbando las muestras, desordenándolas. Tal desorden debía causar algún tipo de problema en el museo, y más el advertir que una de sus muestras había cobrado vida. Ariana solo sabía que quería salir de ahí, aunque se tratara de una alucinación suya, aunque fuera un sueño el que estuviera allí con su padre… En serio temía.
Cuando el ave estuvo cerca, ella ya había avanzado algo más. El dodo saltó de una de las vitrinas hacia el exterior —lo mismo de siempre, un picotazo y ¡slash!, ¡shurrmmmm!, atravesaba la pantalla de vidrio—, se acercó rápidamente. Ella corrió hacia su padre; no quería ser atacada, y no lo fue. El ave pasó a la siguiente vitrina, y, desde ahí, luego de haber causado un extraño desorden en las muestras, se mantuvo observándola.
>>Ariana no podía hablar. No porque el anciano juguetero fuera un hechicero y la hubiera encantado, sino porque no podía creer lo que veía: un mundo vacío, lleno de blanco, lleno de negro, lleno de… lleno de… lleno de algún tipo de transparencia, aunque nada se veía a través. Sin embargo, sabía que no era un mundo opaco, sabía que estaba purificado, que no había nada más, que era lo único que existía… Y creyó eso por unos tres segundos, lo único que duró.
De pronto se preguntó “¿Si acaba de salir del cascarón… por qué ahora tiene ese tamaño?”
>>El espacio entonces se tornó más opaco, más cálido. Frente a ellos podía ver una ventana, que estaba demasiado cerca, por cierto, de modo que era como si alguien los hubiera hecho a un lado o como si unos niños hubiesen empujado el asiento hasta ese lugar con el fin de ver a través de la ventana, muy alta para ellos. Ariana sintió claustrofobia, a pesar del color melón de la pared, por lo que volteó inmediatamente. El anciano se levantó de su asiento y se ubicó al lado, siempre manteniendo las manos pegadas al éste —en realidad a los brazos de éste. Se sabe que las bancas de parque tienen ese tipo de cosas.
>>—No te retires de la banca. No lo hagas, o tendremos problemas —advirtió el anciano al ver que Ariana intentaba levantarse. Ella asintió y decidió arrodillarse sobre la banca, sosteniéndose del respaldar, como los niños que juegan en las bancas de los parques.
— Papá… —hay un dodo vivo, quiso decir, pero calló al ver que no pretendía hacerle daño.
El dodo tenía un tamaño anormal para haber nacido hace poco. Lo sabía, y la idea la acosaba. La acosó los treinta y tres segundos que estuvo en ese punto y la siguió acosando cuando empezó a moverse para seguir a su padre, mientras que el ave andaba a su paso y la seguía con la mirada, siempre detrás del vidrio.

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Entonces el dodo... No, no les iba a continuar la historia... No empezaría el sexto así... [ =/ ]. Pero ya saben... Ojalá les haya gustado, y nos vemos en el próximo capítulo —recuerden mis cámaras [ ;) ]—. Gracias. Au revoir!!

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